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miércoles, 17 de febrero de 2021

THERION - Leviathan (2021)

Nunca hay suficientes dragones

Le decía Groucho Marx a Margaret Dumont en la maravillosa UNA NOCHE EN LA ÓPERA: "¿Sabe por qué estaba con ella? Justamente porque me recuerda a usted. Por eso estoy cenando ahora con usted. Porque usted me recuerda a usted. Sus ojos, su garganta, sus labios... Todo cuanto hay en usted me recuerda a usted... excepto usted". Y con esto podría cerrar el comentario de Leviathan, el flamante nuevo disco de THERION, y a otra cosa... 

Todo en Therion me recuerda a Therion excepto Therion


Antes de nada, para poder explicar esto con un mínimo de criterio, hay que hacer un poco de historia personal. Se avecina tocho. Ya veo cómo huyen los millenials. Aunque no fue el primer grupo de metal extremo que escuché mediada la década de los 90, el tercer disco de THERION, el hoy medio olvidado Symphony Masses - Ho Drakon Ho Megas (1993), me voló la cabeza por completo. En apenas 37 minutos esta gente hizo replantearme todo lo que creía que sabía en ese momento sobre música. Lo normal es que los discos de transición sean eso, una transición de un estilo A a un estilo B. Precisamente por ese afán de exploración, de experimentación, ese adorable engendro inclasificable aún tenía algunos elementos death de su etapa primeriza pero ya apuntaba hacia el infinito de la creatividad más desbocada por la vía sinfónica y heavymetalera, CELTIC FROST mediante. Este movimiento se asentó definitivamente con Theli (1996), seguramente la gran obra maestra de la extensa discografía de esta gente. Se materializó la mutación: el combo extremo se focalizó en la figura omnipresente de Christofer Johnsson, que convirtió a THERION en su proyecto exclusivo, personal e intransferible. El grupo de death metal sueco se convirtió en un señor con sombrero de copa y casaca con chorreras. Después, éxito masivo y reconocimiento generalizado: THERION aún agradaba a parte de su antigua base de seguidores (me incluyo), pero se expandió como una supernova a audiencias más mainstream, que en aquellos tiempos lo flipaban muy fuerte con las nuevas corrientes góticas y sinfónicas, representadas mayormente por NIGHTWISH y sus operísticos alrededores, que estaban triunfando a lo grande. Y así hasta hoy. 

Therion en 1993: genio desatado con acné


Leviathan nace en plena pandemia por el deseo expreso del sr. Johnsson de ofrecer a sus seguidores (textual) "un disco que sólo contiene grandes hits". Este señor desayuna ego con huevos duros. ¿Por qué esta temeraria declaración? Porque en sus dos trabajos previos se le fue la pinza y estuvieron al borde de la implosión por puro desvarío. Veamos: Les Fleurs Du Mal (2012) era un disco de versiones de canciones pop francesas (no es coña) para degustar con copa de coñac y monóculo en un sillón de orejas, y Beloved Antichrist (2018) fue una especie de ópera sinfónica de más de tres horas (no es coña) que, confieso, aún no he terminado de escuchar. Desnortados como conejos deslumbrados por los faros de un coche, el fandom no sabía ya si levantar los cuernos al aire en los estertores del sopor eterno, por si acaso, o dejarse morir. Así pues, la jugada ha sido otro dragón en la portada (y ya van tres) y vuelta a su "etapa clásica" con la intención de despertar a la audiencia.

Therion, ayer por la tarde


¿Han alcanzado tan prosaica meta? Pues más bien poco y a ratos. Aunque en concepto, sonido y estructura el disco sigue a pies juntillas sus más exitosas obras, más bien se trata de la ausencia de chispa y, sobre todo, de una total sensación de acomodo. Vamos a ver: The Leaf on the Oak of Far no es mal arranque, entretenida, rockera, con buenas dinámicas internas y alternancia de ritmos y voces, como viene siendo habitual. Épica y trotona, cuernos al viento, claro que sí. Tuonela, primer single, ya rebaja el listón: bastante plana y facilona, predecible y sin genio. Repetitiva. Sensación de piloto automático a pesar de la solvente (y más heavy que una lluvia de hachas) interpretación vocal de Marco Hietala de los NIGHTWISH. Leviathan es un leve eco de esos medios tiempos líricos que tan bien funcionaron en su etapa intermedia, tipo Lemuria, pero se queda en eso, en una copia sin alma. La cosa no mejora con Die Wellen der Zeit, pseudo balada orquestada de cariz soporífero con coros a lo MANOWAR horteras que no logra levantar el vuelo. A estas alturas la palabra "tostón" ya rebota en nuestras neuronas y anda uno mirando de reojo el reloj, mala cosa. Afortunadamente Azi Dahaka nos saca un poco del ronquido y da paso a una segunda parte del disco algo más inspirada que la primera, curioso. Eye of Algol resulta bien molona, aguerrida, melódica y power metalera, en el mejor sentido. Aquí Rosalía Sairem eleva la canción a los cielos por sí sola. Bien. De Nocturnal Light no sé que pensar: al menos hay intención de desarrollo, sensación de banda sonora y es la más extensa, pero de nuevo se me antoja demasiado gris. Siguiendo la táctica del coitus interruptus, con Great Marquis of Hell aprietan el acelerador y se nota algo de empuje, pero de nuevo la sensación es de cierto "quiero y no puedo". Quizás sea Psalm of Retribution el tema que todos estábamos esperando, y aquí sí, los destellos de la grandeza de THERION se manifiestan. Oscura, enigmática, épica, construida sin prisas y con paso firme. Una pequeña joya que destaca entre tanta cosa inane. El Primer Sol viene a ser una copia descarada de su otro tema azteca, también con párrafos en español, el recordado Quetzalcoalt. Sí, es pegadiza y bien ejecutada, pero... insulsa. Ten Courts of Diyu es un cierre a la altura del resto del disco: mediocre y poco destacable.



Por lo dicho parece que Leviathan es un mal disco, y no lo es. Lo terrible es que tampoco es bueno. Tiene sus destellos, es entretenido, bien producido (por supuesto) y se escucha con cierto cariño nostálgico, pero los momentos de entusiasmo y grandeza están tan aislados que al final sus ajustados 45 minutos pasan sin pena ni gloria ante nuestros maltrechos oídos. Y las letras, antaño tan misteriosas y sugerentes, ahora parecen la "Mitología Esóterica Para Dummies". Puede que entre los parroquianos más jóvenes y powermetaleros gotiquillos el invento entre mejor, y me alegro, mejor escuchar a THERION y drogarse en casa que drogarse en la calle, pero creo que a un servidor THERION ya tiene poco que ofrecerme. Sin embargo, no hay que dramatizar: sus mejores discos sólo podrán arrancármelos de mis manos frías y muertas.

PD: su "Producers Edition" (el productor es ego-Johnsson, por supuesto) tiene cinco temas extras, de los cuales cuatro (¡cuatro!) son versiones alternativas del tostón de single Tuonela: dos versiones de mezclas en las voces, otra orquestal, otra instrumental y otra tocada con castañuelas y botella de Anís el Mono. Al menos hay una versión alternativa de Eye of Algol que funciona mejor que la original, donde Rosalía Sairem, literalmente, se desgañita. 


CABEZAS





- Lo mejor: gana un poco con cada escucha

- Lo peor: las comparaciones consigo mismo son odiosas

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