Busca esa cosa

martes, 16 de febrero de 2021

ASPHYX - Necroceros (2021)

Angustiosa portada, otra vez, de Alex Hermann
La crucecilla ridícula esa somos nosotros


¿Os acordáis cuando lamerle la axila a un desconocido en un concierto era una acto de amor tribal y no una declaración de odio misántropo? Tiempos anteriores a la pandemia, querid@s, cuando éramos jóvenes e ignorantes (y por ende felices). Bien, en esa época mitológica de sudor y despreocupación, en un Madrid Is The Dark a altas horas, pude disfrutar de estos mastuerzos en concierto, por primera y única vez hasta la fecha. Esta intro absurda viene a cuento porque saqué dos conclusiones de aquel bolo: "Nunca dejes la salida de emergencia a tu espalda" y "Estos cabrones de Asphyx son majísimos y se lo están pasando en grande". Y eso se transmite por vía subcutánea colegas, en vivo y en estudio, hasta en tu puta casa tirado en el sofá.

Décimo álbum de estudio, casi 35 años de trayectoria, despunta el 2021 y arrancan las hostilidades con The Sole Cure Is Death. Vale, su insistencia en el palabro "death" tanto en canciones como en títulos de discos es un chiste recurrente, y lo saben, pero es la mejor definición cuando la apisonadora sónica te pasa por encima. Siempre han sido amigos de esa mágica alternancia entre ritmos machacones destroza vértebras y requiems de catacumba (Death-Doom, pues sí). Lo llevan ejecutando con imponente maestría desde hace décadas ya, en especial desde que su vocalista (todo el mundo en pie) Martin Van Drunen regresó en 2009. Necroceros, el álbum, no es una excepción y junto con Molten Black Earth, segunda en invadir el sistema neuronal, y Mount Skull, tercera en discordia, lo demuestran con creces. El monolito de la muerte mortal te ha dejado hecho una papurreta, así para empezar, confiésalo. 


Si aún te queda algo de aliento, Three Years Of Famine te lo va a arrancar por pura asfixia, que por algo se llaman ASPHYX. El tema más largo y el más angustioso del álbum te ofrece (efectivamente) una muerte segura. Líricas sobre la hambruna maoista, lentorra, agónica y la más sabbathiana del conjunto te hace arrastrarte por el suelo suplicando perdón o un donut, dependiendo de lo que hayas fumado. La delicada sección acústica central te hace coger aire de nuevo, pero sólo es un espejismo. Aunque tenga las guitarras solistas más elegantes de todo el plástico y cierto aire sofisticado (maldita sea, casi emocional) al final el resultado es el mismo: estás muerto. Menos mal que, a modo de electroshock, Botox Implosion (candidata a mejor título del año) te saca del mórbido letargo a puras hostias y te pone a dar saltos de zombie speedico con su aire punkarra crust. Sencilla, directa a la yugular, sin complicaciones. Tupatupatupa y para adelante a encarar la siguiente dupla, que esta vez no se sale del patrón establecido. In Blazing Oceans (quizás la menos brillante del conjunto) y The Nameless Elite inciden en lo ya expuesto. Machaque agónico a lo BOLT THROWER (hermanos de sangre y sonido) y densidad sónica como para pintar de negro el Vaticano.

La recta final la encaramos con la relativa sorpresa del disco, Yield Or Die, con patrones rítmicos y rifferos muy herederos del heavy más tradicional, obviamente deathmetalizado por la afinación de las guitarras (¿alguien ha invocado a los AMON AMARTH?) y por el griterío arrastrado de Van Drunen, que lo que le sale de la garganta a este hombre es el equivalente a torturar un estropajo de lija con clavos. Un fuera de serie. Pero que nadie se alarme. Puretas, es corta y la única en esa tesitura en todo el disco, dont panic. Y además sirve de antesala para la gran Necroceros, la tradicional última canción de un disco de ASPHYX, que suele ser la más épica del conjunto. Aquí la cosa ya no va de morirse, sino de devorar universos enteros. Siete minutazos que funcionan muy bien como colofón, pero que palidecen un poco en comparación a otros clásicas "últimas canciones" del grupo. 


En resumen, que muy bien. Con la formación más sólida y estable que han tenido nunca, con un dominio de su género que apabulla y por su sólida propuesta, ese Death-Doom sin prefijos ni sufijos, sin aditivos, esa cosa atemporal que nunca pasará de moda porque uno de sus creadores fueron, precisamente, ASPHYX. Uno de los grupos de veteranos en activo en mejor forma que no sacan disco malo desde hace lustros. ¿Es mejor Necroceros que Incoming Death (2016) o Deathhammer (2012)? Ni puta idea, porque no tiene la más mínima importancia y es cuestión de matices totalmente subjetivos. Es un gran disco dentro de su rollo y ellos siguen siendo unos jefazos que lucen canas con orgullo y disfrutan inmensamente con lo que hacen. Muerto soy, confesión...


Martin Van Drunen (voces), Stefan Hüskens (batería),
Paul Baayens (guitarras), Alvin Zuur (bajo).
También destilan whisky


PD: si os lo podéis permitir, hay que hacerse con la edición doble limitada que tiene un DVD del concierto del 30 aniversario en 2017, donde reúnen a todos los miembros que pasaron por el grupo a lo largo de los años. También tiene un libreto tocho con un montón de fotos de gira, que incluye algunas en las que no aparecen borrachos.


CABEZAS



- Lo mejor: como del Alien, su pureza

- Lo peor: que busques innovación o tengas oídos sensibles


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