Busca esa cosa

martes, 13 de abril de 2021

ANAAL NATHRAKH - Endarkenment (2020)


Censurada porque Donald Trump reclama derechos de imagen

Esto que os habla hoy es una masa viscosa desparramada por el suelo, la pulpa carnosa de algo que hace 41 minutos era un ser humano (más o menos). Así me han dejado los cabrones de ANAAL NATHRAKH después de pinchar repetidas veces y a toda castaña su última obra, Endarkenment. Si no he escuchado este disco quince veces en los últimos días no lo he escuchado ninguna. Supongo que nos ha pasado a tod@s: el típico grupo que ha estado pululando por los alrededores musicales desde hace años pero que, por alguna razón desconocida (el azar, el destino, el cosmos, me daban miedo) nunca acabé de hincarles el diente. Hasta el otro día. Así pues, sin referencias ni comparaciones con nada suyo anterior, Endarkenment es mi primer y único contacto hasta la fecha con ANAAL NATHRAKH. Un contacto tan apabullante como mortal de necesidad. 

Dave Hunt (V.I.T.R.I.O.L.) a las voces y letras y Mick Kenney (Irrumator) a todo lo demás.
Parecen majetes, pero no

Oriundos de Birmingham, vecinos de los dioses del grindcore NAPALM DEATH, sólo por esto uno ya se pone el chaleco antibalas antes de encarar la cosa. Viejos conocidos ambos de la escena extrema inglesa, esa que bascula entre el death clasicote, el grind y el doom elefantiásico, Dave Hunt y Mick Kenney han logrado gestar un engendro que bebe de varias fuentes pero que, oh milagro, derrocha una personalidad arrolladora, literalmente, pues uno es arrollado y arrojado contra el suelo por la deslumbrante clase y energía de estos tipos. Hay black metal furioso de tintes industriales, hay grindcore rabioso, hay destellos de death metal y hay gotas de electrónica sucia. Hay una batería programada con esmero que podría tocar un ser humano con seis brazos y hay una voz sobrenatural siempre al límite del desgarro que es pura catarsis existencial. Por diox, qué voz. Hay mucha inteligencia en el discurso social, hay sarcasmo, hay referencias a George Orwell, a Nietzsche, al famoso hechizo de Merlín en EXCALIBUR (Anaal Nathrakh = Aliento de Serpiente) y hasta a los Monty Python. Hay ganas de ponerle banda sonora al Apocalipsis, a la decadencia de la civilización occidental, a la falta de humanidad y empatía. Hay ganas de gritar, de morir, de resucitar y de abrazar antes de disolverse en ácido. Hay mucha agresividad y oscuridad, pero también hay destellos de luz cegadora aquí dentro.

Merlín se acojona por lo que ha invocado

Esta vez no tiene mucho sentido desgranar canciones una por una, porque todo el disco es un magma abrasivo y jodidamente infeccioso, sólo aparentemente unidireccional. Requiere de atención al detalle a la vez que resulta pegadizo e hipnótico, a su manera. En este engendro todo va a toda castaña, todo el tiempo. No hay lugar para el relajamiento. Imaginaos una fornicación a muerte entre los poco reivindicados ABORYM (por su lado más industrial blacker), CATTLE DECAPITATION (por su lado más grind death) y unos NAPALM DEATH en estado de gracia. Y unas gotas purulentas de KING DIAMOND, je. Pinchaos la primera y homónima Endarkenment, y si no sangráis de puro gozo lo podéis dejar ahí. Para deleite de vecinos y convivientes, en medio del caos oligofrénico de The Age of Starlight Ends uno se descubre vociferando a todo pulmón "¡A thousand cocks / Begin to crow / And yet we still deny!". El desaforamiento melódico brutote llega con Feeding The Death Machine, donde las sonoridades nos atacan con un riffeo death (¿eso era un solo de guitarra?), como unos AT THE GATES embrutecidos con las ya, a estas alturas del disco, míticas explosiones de emotividad barítono-descontroladas de mr. Hunt. Quizás junto con la siguiente bomba, Create Art, Though the World May Perish los momentos más "accesibles" del redondo, si es que se le puede otorgar tal adjetivo a semejante genocidio auditivo. Como Beyond Words, una salvaje ventisca de guitarras lacerantes donde mr. Hunt no llega a articular una sola palabra que merezca ese título, pero sí muchos sonidos guturales cacofónicos y disonantes (es la única canción sin la letra en el libreto, pura coherencia). Y con Requiem, la última, nos regalan un final elegante y pausado, quizás el único momento de relativa calma, un apagarse paulatino que nos sumerge de cabeza en la nada.


Cuando uno ya tiene el culo pelado como un mandril de escuchar metal extremo es un acontecimiento que algo te haga arquear las cejas, abrir los ojos como platos e incluso esbozar una sonrisa. ANAAL NATHRAKH lo han logrado con creces, así que desde ya me pertrecho con mi armadura de kevlar y me lanzo a explorar toda su discografía, que tengo la friolera de 10 discos más en los que perderme y la intuición me dice que habrá más de una sorpresa. Seguiremos informando. Mientras tanto, recompongo las pocas neuronas vivas y realizo una genuflexión ante estos dos mastuerzos: a sus pies señores. Qué barbaridad de disco.


CABEZAS




- Lo mejor: su apabullante personalidad y coherencia en sonido y discurso

- Lo peor: la fórmula es tan perfecta que sólo puede ir a peor


viernes, 2 de abril de 2021

CANDLEMASS - Epicus Doomicus Metallicus (1986)

Epic Doom Metal en latín inventado

Ya lo dicen los biólogos y los X-Men: la evolución es lenta por definición, pero en ocasiones da un salto cualitativo en un corto espacio de tiempo. Efectivamente: hay años para olvidar y otros que son para enmarcar, también en la música. Atentos a 1986. Además del mamotreto aquí presentado, el acongojante debut de los CANDLEMASS, en 1986 se publicaron, entre muchos otros, Raining Blood de SLAYER, que casi acaba con el thrash metal por pura concentración y Master of Puppets de METALLICA, posiblemente su mejor disco, que ya es decir. To Mega Therion de CELTIC FROST y el fundacional Seven Churches de POSSESSED se acababan de lanzar a finales de 1985 y BATHORY estuvieron a punto de editar Under The Sign Of The Black Mark, que finalmente se retrasó hasta principios de 1987, lo mismo que ocurrió con DEATH y su opera prima Scream Bloody Gore. En resumen, en poco más de un maldito año y medio se asentaron las bases del thrash metal y de todo el metal extremo en sus tres principales pilares (black, death, doom). Ahí es nada amig@s. Por supuesto, hablar de CANDLEMASS es hablar del género maldito por antonomasia: el doom. Malditos seáis.

Sólo me quiero morir

En música (y en nada) es imposible decir quién ha sido el primero en algo, el metal siempre ha evolucionado mediante aleaciones de estilos y géneros: mezclas, hibridación, intercambio de fluidos, mucha infidelidad. No diré que CANDLEMASS fueron los inventores del doom metal, pero sí los que lograron darle su forma más perdurable, que a su vez ha influenciado a cientos de bandas hasta hoy mismo. Por supuesto todos, absolutamente todos beben de la eterna fuente de BLACK SABBATH (el grupo más grande la historia del rock), e incluso los bribones de SAINT VITUS, TROUBLE o PENTAGRAM habían publicado sus discos de debut (entre 1984 y 1985), con una sonoridad que ya se acercaba mucho a lo que hoy entendemos por doom. Pero Epicus Doomicus Metallicus tiene ese algo especial. Ese hedor de lo primitivo y lo fundacional. Ese olor a clásico.

1986: Mats "Mappe" Björkman, Leif Edling y Mats Ekström, perros callejeros

Seis temas y 43 minutos de música son más que suficientes para hacer historia. Solitude, el tema de apertura, es un clásico atemporal, una de esas canciones que construyen géneros. Un arpergio tétrico nos conduce por un lamento existencial liderado por la teatral y absurdamente expresiva voz de una de las piezas maestras del album: Johan Langqvist. Pronto entran los ritmos arrastrados que manosean el tritono, esa disonancia musical prohibida en la Edad Media que con el tiempo se ha convertido en una de las señas de identidad del género maldito. Cierran el tema circular con una vuelta a las acústicas iniciales con ese arpegio funerario que desaparece en la nada. Aquí sólo hay desesperanza. Esto es doom. Demons Gate ya arranca con músculo, de construcción lenta, arrastrada y apesadumbrada con puntuales muestras de nervio por parte de la batería de Mappe y un desgañitamiento general de Langqvist, que alterna sus tonos más graves y mortuorios con esas escalofriantes subidas por la escala vocal a modo de gritos desesperados, mientras fluye un tema de gran poderío instrumental. La parte central se vuelve obsesiva, densa, machacante (ojo al bajo del amo y señor del grupo, mr. Leif Edling) mientras las guitarras solistas lloran con angustia. Cristal Ball se anuncia con un estridente riff inicial, y enseguida nos damos cuenta que estamos ante otro monumento. Mientras Langqvist sigue con sus alardes vocales, la canción se desarrolla contundente hasta ese cambio hacia la mitad con un ritmo machacón rompe-vértebras y ese arranque a doble bombo que anuncia lo que estaba por llegar en el metal extremo más gustoso de bajar las revoluciones y caminar entre tumbas bajo la lluvia. Black Stone Wielder funciona para asentar lo expuesto en las tres primeras, excepcionales canciones, aquí sí, con una evidente influencia de los maestros BLACK SABBATH. Donde los ingleses lo dejaron, creando a la vez que revolucionando una forma de entender el rock, los suecos lo expanden hasta el infinito en su forma más épica, oscura y, siempre, metalera. Black Stone Wielder  funciona como bisagra entre tres primeros temas excepcionales y los dos restantes, que también lo son. 

Edling, culpable de casi todo


Under The Oak nos invita al headbanging con uno de esos riffs para la historia, perfecto en su sencillez. Mediado el tema llega el soliloquio desesperado, llevado al paroxismo por ese grito de angustia "I cried for the ones I have lost!", que alcanza en su recorrido funerario unos niveles de intensidad difíciles de igualar. A Sorcerer´s Pledge es el broche de oro del disco, y qué broche. Construida en tres tramos, la triste historia de este hechicero anciano arranca con un desolador tramo acústico, de estribillo y ambiente tremendamente emotivo. La canción se cercena con un hachazo en forma de riff matador que, por unos segundos, parece que nos va a llevar al thrash, pero en seguida recula y muestra sus verdaderas intenciones: no hace falta ser rápido para ser intenso, no es necesario ser lento para ser doom. Incluso se atreven a rozar las guturales para reforzar algunas palabras en el intenso estribillo. El tema se vuelve aplastante, asfixiante, jodidamente épico a la vez que melancólico, sensación que no hace más que subrayar un tramo final sencillamente asombroso: de improviso la maquinaria de guerra se detiene, entran los teclados, reconfiguran la melodía principal y nos regalan un momento mágico junto con una base rítmica que más que avanzar se arrastra por en barro. Y entonces, en un tímido rayo de luz, una angelical voz femenina nos eleva brevemente entre estos nubarrones oscuros y... fin. 


Este disco es único, entre otras cosas, porque fue el único que tuvo a ese prodigio de las cuerdas vocales, Johan Langqvist, pero una extraña carambola el destino ha querido que el viejo cantante haya retornado a sus filas hace un par de años, aunque de momento sin proyecto de nuevo disco de estudio a la vista. Siempre comandados por Leif Edling, CANDLEMASS siguen en activo 35 años después. No discuto que la posterior trilogía con Messiah Marcolin a las voces sean sus obras más redondas, mejor producidas, más elegantes y musicalmente mucho más sofisticadas, pero no tienen la vibración y el sentimiento único de Epicus Doomicus Metallicus, como decía arriba, el sabor de lo fundacional. 

De vuelta con Johan Langqvist (en el centro), ayer por la tarde


CABEZAS





- Lo mejor: indiscutible piedra angular del género

- Lo peor: nada que añadir señor juez


viernes, 26 de marzo de 2021

ALKALOID - Liquid Anatomy (2018)

Liquid Anatomy: música viscosiforme

Esto de los supergrupos siempre ha sido un pozo insondable y, en un porcentaje amplio, un modo de satisfacer los onanistas impulsos de sus integrantes. Los ha habido de todo calibre y pelaje, la mayoría de ellos o reiterativos (por no aportar nada nuevo respecto a los grupos madre) o prescindibles (por  no aportar nada interesante en definitiva). Afortunadamente ALKALOID es una deslumbrante excepción que confirma la regla, pues con sólo dos discos han dotado de personalidad, elegancia y una pasmosa habilidad para hacer fácil lo difícil a un engendro que podría haber sido sólo un sucedáneo de una de sus bandas matriz, los magníficos OBSCURA. Pero vamos por partes en esta vivisección alienígena.

Christian, Morean, Hannes, Danny, Linus: Los Nuevos Mutantes

Como todo supergrupo, hay que proceder a la disección de sus miembros (esto ha sonado muy raro), veamos. Arrancamos miembro con Morean, el voceras y guitarrista de los estupendos blackers melódicos DARK FORTRESS y también en NONEUCLID, aquí adoptando una variedad de registros asombrosa que nos lleva desde unas voces limpias que rozan el falsete a unas guturales de espanto cósmico, pero que curiosamente apenas coquetea con su timbre más black. Christian Münzner (ex-OBSCURA, ex-NECROPHAGIST) y Danny Tunker (ABHORRENT, ex-ABORTED) completan las seis magistrales cuerdas con precisión quirúrgica y buen gusto cósmico. Al bajo (¡y qué bajo!) Linus Klausenitzer (ex-OBSCURA, también de los NEONUCLID), y completando combo de ensueño, un espectacular Hannes Grossmann a las baquetas (ex-NECROPHAGIST, ex-OBSCURA, bestia parda que ha colaborado últimamente con ese mito llamado Thomas Gabriel Fisher en sus TRIPTYKON). 


Arrancan juguetones, transparentes, casi luminosos. Los primeros compases de Kernel Panic son una respetuosa reverencia al peculiar rock de CYNIC, tal cual, y eso los honra. Después la cosa se brutaliza como tiene que ser, pero sin perder un pie en los tirabuzones melódicos y descubrimos lo que va a ser la mayor constante del disco: sus alienígenas dinámicas sonoras. Con As Decreed By Laws United la cosa se pone seria con un ritmo a medio tiempo marcial, arrastrado y atemorizante con ecos a los MORBID ANGEL cuando se ponían lentorros, te señalaban con el dedo y tú te acojonabas, con un Morean dándolo todo en su registro más gutural de hacer gárgaras. Tras un interludio ambiental, el tema retoma las hostilidades y Morean te canta al oído como una serpiente siseante. Azagthoth continúa la sana costumbre de honrar dioses primordiales (Cthulhu ya fue invocado en su primer disco) con un arranque de sabor oriental bastante esquizoide, coros cavernícolas con ataques de guitarra que se apagan en el infinito y una sensación general de caos que a cada segundo parece que va a perder el control. El tema título arranca con unas acústicas que llevan al progresivo setentero con unas entonaciones limpias a lo Alice Cooper, guitarras solistas elegantes y un crescendo que, sin embrgo, no le hace perder cierta cualidad baladística, que nadie se asuste: funciona. In Turmoil´s Swirling Reaches regresan los ecos de CYNIC (posiblemente la mayor influencia de esta gente, escuchad como aporrean ese bajo), los ritmos juguetones, contrapuntos, ritmos irregulares y un trabajo de guitarras para enmarcar. Interstellar Boredom se va construyendo poco a poco, como a mí me gusta. Ritmo obsesivo donde las distintas capas sonoras van sumando densidad, voces limpias, guturales y rasgadas dialogan entre sí mientras los instrumentos compiten en un magma mutante por ver quién conquista el Universo. Oír para creer, amigos, pura crema. El apocalipsis se desata con ·Chaos Theory and Practice, que comienza a toda potencia pero que a mitad del trayecto vuelve a transformarse con unas rítmicas juguetonas dirigidas por la voz más limpia de Morean (este tío se sale todo el rato) y, de nuevo, una estructura que entra y sale constantemente en un vórtice de caos. Sus ocho minutos largos pasan como un suspiro por tu cerebro.

Tocan mejor que tú

Por si no había bastante, cuando llevamos 40 minutos de viaje musical, los germanos dan un puñetazo en la mesa con Rise of the Cephalopods, el opus magnificus, que roza los ¡20 minutos! "No son formas, son alardes" que diría el Pazos de AIRBAG. Queda a vuestra discreción si cascar esto al final de un disco que ya tenía una duración estándar es bienvenido o una muestra de poderío redundante. Lo que ya os digo es que la cosa no tiene grasa, es puro músculo bien pautado en varios tramos, y en conjunto el tema que más puede recordar a los últimos OBSCURA (la banda madre). Además juegan con un curioso concepto: a modo de caleidoscopio, poco a poco comienzan a repetir riffs y estribillos de otros temas, como el que deconstruye una tortilla de patatas, para crear algo nuevo pero familiar al tiempo. Lo mismo, por cierto, que hicieron los maravillosos VOIVOD en el último tema de su último (y gran) disco The Wake, también editado en 2018. Curioso. En todo caso, pasmosa la facilidad de ALKALOID para hacer entretenido un mamotreto de este calibre.

Morean, este chaval se sale

A ALKALOID la etiqueta de death metal técnico se les queda, obviamente, muy corta. ALKALOID han alcanzado la cuadratura del círculo, han conseguido hacer un tipo de metal extremo progresivo donde lo técnico y virtuoso está ahí, pero sobre todo en las estructuras y la construcción de los temas, no en los alardes instrumentales onanista-soporíferos que te hacen sangrar por la nariz, desconectar las neuronas y arrancar el bostezo. Este tipo de subgénero metalero también puede ser juguetón, divertido, aventurero y muy entretenido. Hasta en las brillantes letras, una vuelta de tuerca a los clásicos horrores cósmicos y metafísicos que a veces rozan el vacile y lo sarcástico. Profundamente infeccioso, Liquid Anatomy es un discazo de principio a fin.


CABEZAS




- Lo mejor: no te desengancha ni un minuto

- Lo peor: el peligro de que esto no tenga continuidad


martes, 16 de marzo de 2021

THE GATHERING - Parte 1 de 2

Hoy toca rescatar del s.XIV un texto que escribí para un blog prehistórico. Rescatar literalmente, antes de que sea engullido en el ciberespacio más allá del Muro Negro. Como el tiempo es un cabrón implacable me he permitido el lujo de actualizar movidas, volver a manosear mis propias palabras, dialogar con mi yo del pasado. El resultado del experimento ha sido que THE GATHERING siguen siendo un grupo totalmente relevante en mi vida, y por muchas razones. Eso es un puto tesoro. Así que aquí va la primera parte (sólo hay dos) de un sensorial y resulta que muy personal recorrido a través de la discografía de THE GATHERING, centrada sobre todo en la multicolor etapa Anneke. Ya saben: no importa el destino, sólo el viaje. Disfruten del trayecto.


THE GATHERING: delicias holandesas

El 7 de junio de 2007 Anneke Van Giersbergen abandona THE GATHERING. Terremoto en la escena. Terror en el supermercado, horror en el ultramarino. La mujer de las cuerdas vocales de otro planeta, la del peinado arco-iris, la del apellido de cerveza, ella, LA VOZ de THE GATHERING se baja del barco para emprender vuelo en solitario. Anneke se larga del grupo al que ayudó ha hacer muy grande. El resto del grupo afirma en su web que "no han podido retenerla" (!), pero que ellos siguen adelante con idea de editar nuevo disco a finales de año, con nueva vocalista. Y así fue: Anneke ha editado un capazo de discos en solitario y ha fundado alguna que otra nueva banda, amén de millones de colaboraciones con otros músicos. Mientras tanto THE GATHERING continuaron quejumbrosamente sin ella. Pero eso es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión. Ahora cerrad la escotilla que viajamos al pasado remoto.


Ciclo 1: gruñidos en el bosque (etapa pre-Anneke)

THE GATHERING  nace como proyecto personal de los hermanos Hans y René Rutten allá por 1989, en la ciudad holandesa de Oss, justo en el momento de explosión del death/doom europeo, estilo que nace por esas fechas en Inglaterra con PARADISE LOST (ahí siguen, putos jefes), ANATHEMA (transmutados en rock psicodélico), CATHEDRAL (descansen en paz, titanes) o los excelsos MY DYING BRIDE (la otra niña de mis ojos). Sus colegas holandeses avanzan por la misma vía con CELESTIAL SEASON (hoy dándole al stoner rock) e inventos más estrambóticos como los magníficos y poco reconocidos ORPHANAGE o los inclasificables PHLEBOTOMIZED (de regreso al ruedo el año pasado). Todos bebieron de las mismas fuentes: el doom de dinosaurios vivientes del rock como BLACK SABBATH o CANDLEMASS, a las que se añaden esas voces guturales bien moduladas y, sobre todo, la inclusión de elementos melódicos impensables hasta entonces en un grupo de death metal, con el permiso de CELTIC FROST, como el piano y teclados en general, violines y orquesta cuando hay presupuesto, flautas y guitarras acústicas. El resultado: una música agresiva pero de una incontestable belleza decadente, de tempos más bien lentos y temática romántica/oscura (muerte y desazón existencial por doquier), que sigue los pasos líricos de los románticos ingleses y franceses, desde Lord Byron hasta Rimbaud. Por aquellos tiempos este death metal se degustaba en sillón de oreja y con copa de absenta, amig@s.

1992: sólo me quiero morir

En este excitante contexto musical, benditos noventas, y con el entrecejo fruncido de los mas true, THE GATHERING publica su primera maqueta, "An Imaginary Symphony", trabajo que les da a conocer en su ciudad natal y en el underground europeo. Dos años después consiguen su primer contrato discográfico, y en 1992 publican su ópera prima, "Always", una excelente muestra de death/doom hipermelódico con los profundos gruñidos de Bart Smith y unas composiciones memorables que ya dejan entrever un evidente gusto por la melodía y cierta tendencia progresiva (ya nos encontramos con flautas, percusiones, teclados y ¡un triángulo!). Un par de temas, muchos años después, serían adaptados en un concierto semiacústico de la banda: los temazos fueron "The Mirror Waters" y "Stonegarden", lo que demuestra que una buena canción lo es en cualquier formato. Deliciosamente fresco, intenso y noventero, había nacido un pequeño clásico de la nueva escena europea, y muchos oídos prestaron atención a un país tan poco dado al metal como era Holanda.

Doom minimalista


Esos mismos oídos repudiaron de inmediato su segundo trabajo, el que casi se los lleva por delante. 
"Almost a Dance" de 1993 es un disco fallido desde todos los puntos de vista, sin fuerza, gris y con un nuevo vocalista que provenía de la escena punk tras la salida del estupendo Bart Smith, que nunca se acopla a unos temas sin inspiración. Expulsión del nuevo voceras, crisis en el seno de la banda, rumores de disolución... Un negro futuro.

Memoricen la portada: se lo pueden saltar


Ciclo 2: Anneke, la luz en las tinieblas

La bella y las bestias

En 1994 THE GATHERING deciden seguir adelante y comienzan las audiciones para encontrar nuevo vocalista. Tras meses de vagar en el desierto con todos los gruñidores de la zona, llega el milagro. Sólo son necesarios tres minutos en el local de ensayo para que los hermanos Rutten tengan una conmoción cerebral: "estábamos buscando el mejor vocalista posible porque sabíamos que con este disco nos lo jugábamos todo, algo en la línea de Bart Smith, con fuerza y personalidad, y de improviso nos encontramos con uno que, de inmediato, hizo replantearnos TODOS nuestros conceptos preconcebidos acerca de cómo tenía que sonar la banda: además de una voz simplemente prodigiosa, tenía una intuición musical única y una pasmosa facilidad para desarrollar líneas vocales. Se acopló como un guante a los temas que ya teníamos preparados para nuestro tercer disco. Sólo había un "problema": nuestro vocalista era una chica". Recordad que en 1992 las cosas no eran como ahora. Así es, Anneke van Giersbergen, una pequeña holandesa de sólo 22 años con breve experiencia en algún grupete de jazz amateur, ya está dentro de la banda. Ellos anuncian que tienen nuevo vocalista, pero nada más. Todo el mundo está nerviosito: ¿Podrán levantar cabeza tras el batacazo de "Almost a Dance"? ¿Quién será el nuevo maromo de cuerdas vocales cavernosas?... En estas, a mediados de 1995 se publica "Mandylion", sin lugar a dudas un punto de inflexión para el grupo. Y qué inflexión.


"MANDYLION" (1995)

Renacer policromado

Días después de la publicación de "Mandylion" muchos metaleros mundiales (bastante de ellos del género cavernícola) se llevan las manos a la cabeza. ¿Qué? ¿Una piba como frontwoman de la gran esperanza del doom/death europeo?... Y de nuevo hay que poner las cosas en contexto: hace 25 años, la simple imagen de una chica rodeada de rudos melenudos del guitarreo fue una auténtica provocación. Unos cuantos integristas huyeron despavoridos, pero otros muchos se acercaron con curiosidad a la gran novedad, y alucinaron, como es lógico.

"Mandylion" fue una revolución en la escena metálica europea, por muchas razones: voz femenina limpia (angelical, dijeron algunos) al frente de esos muros de guitarra de afinación (aún) muy grave, un concepto más bien atmosférico de las composiciones, un evidente deje progresivo y un sonido orgánico en el que teclados e instrumentos "raros" (para los estándares de la época) forman parte indisoluble de un intrigante e hipnótico sonido. Anneke se siente sorprendentemente cómoda en medio de toda esta innovación, tanto que todas las letras (de aquí en adelante) son suyas. La lírica se hace más personal y sus melodías vocales fluyen en un magma lleno de contrastes, a veces soñador, a veces intimista, emocional, y por momentos, simplemente alucinógeno.

El tema de apertura y primer single, "Strange machines", salta a los charts holandeses en una privilegiada posición para un grupo metalero. Su poderoso, perfecto riff de entrada a medio tiempo y su explosión posterior puede servir para ecualizar cualquier equipo de música que se precie. Anneke relata una pequeña historia de paseos por el tiempo, con su épica de andar por casa. Resulta cautivadora desde el comienzo, y anuncia con energía lo que va a venir. "Eléanor", tema lento de poderosos riffs, otra vez, comienza a dar una idea de lo que es capaz de hacer Anneke con su garganta. Se alternan los cambios de ritmo y la batería de Hans se acelera al ritmo de los atmosféricos teclados hasta explotar en esa cabalgada sónica rota por el piano en un pegadizo compás. "In Motion #1" tiene una delicada atmósfera soñadora con un curioso compás en 3x4, parecido a un vals, y algo que resultará constante en la carrera del grupo: una perfecta utilización de los "tiempos muertos" y del crescendo. "Leaves" es puro romanticismo eléctrico, con una muy personal letra de Anneke sobre una ruptura sentimental, un desarrollo algo más homogéneo y unas guitarras perfectamente empastadas con el ligero delay de la voz. Aquí tenéis su videoclip oficial, el primero que rodó la banda.


Tras "Fear The Sea", quizás el tema menos reseñable del álbum, llega el instrumental "Mandylion", que destapa las esencias: toque levemente folk y tribal, pieza de música introspectiva, primer flirteo con la electrónica y la entrada de Anneke a los coros en una pequeña joya que siempre me ha recordado a DEAD CAN DANCE, otra de sus grandes influencias. "Sand and Mercury" es el opus magnus del disco, sin duda. Tres piezas musicales unidas con una estructura que de inmediato nos lleva a los grandes del progresivo de los 70, convenientemente actualizados. El juego rítmico piano-bajo-batería va expandiendo la canción lentamente hasta entrar en un grandioso acelerón eléctrico siempre contenido para ralentizarse después con la entrada de Anneke, creando una delicada y onírica atmósfera que trata de imitar el sonido del océano, de las mareas... Hans lo describe con la imagen de "perseguir ballenas en mar abierto", lo que puede parecer una estupidez sólo si nunca has escuchado el tema. "In Motion #2" cierra el disco como continuación directa de la #1, con esas cuerdas reforzando el sentimiento de vals (podría ser bailable si uno supiera bailar) y un emocional crescendo de Anneke y de toda la banda con ella. Sublime.


A partir de aquí THE GATHERING ya no será nunca más un grupo de death/doom y, aunque aún se les podía incluir en la sección metal de las tiendas de discos, esto iba a durar poco. Un clásico en toda regla, y uno de esos discos que abren brecha y marcan ruta a seguir, junto con el debut de THEATRE OF TRAGEDY del mismo año. De una u otra forma grupos como LACUNA COILWITHIN TEMPTATION, TRISTANIA, DRACONIAN, AFTER FOREVER, NIGHTWISHÉPICA y un largo etcétera recorrieron el sendero abierto por "Mandylion". Incluso tuvimos su reflejo mainstream con los EVANESCENCE. ¿Recuerdan aquella flor de un día? Yo tampoco.


"NIGHTIME BIRDS" (1997)
Poderosa melancolía

A nivel de ventas, y no digamos ya de crítica, "Mandylion" funcionó muy bien. Tras la consiguiente gira europea y la primera experiencia de Anneke liderando el cotarro encima de las tablas, no tardaron mucho en entrar de nuevo en estudio con el mismo productor, Siggi Bemm. En cierto sentido, "Nighttime Birds" es una obra continuista, aunque con mil matices. Incorporan a su denso sonido de guitarras un órgano Hammond, los ritmos se hacen algo más monolíticos, y los tempos más unidireccionales. Paralelamente, Anneke experimenta un poco más con su voz, con notable éxito.


Concebida como una obra parcialmente conceptual, "Nighttime Birds" centra todo su poder lírico en la naturaleza como metáfora de diferentes estados mentales: las estaciones y sus cambios de texturas, colores y sonidos juegan un papel fundamental. Continuas referencias visuales y sonoras al invierno, al lento fundir de la nieve o al suave titilar de las estrellas como parte integrante del espíritu humano, una especie de paganismo ecológico ("The Earth Is My Witness", ¡ahí queda eso!) que configuran un disco con pocos altibajos estilísticos aunque con extraordinarias salidas de tono, que quizás sean lo mejor de todo. "On Most Surfaces" es un potente comienzo, perfectamente reconocible, de guitarras densas y ritmo cadencioso. "The May Song" cuenta con una de las mejores lineas vocales de Anneke, subiendo y bajando y haciendo espirales, muy juguetona. "New Moon, Different Day" contiene un suave halo de oscuridad casi épica. Y entonces llega "Third Chance", la primera sorpresa del álbum, la apisonadora machacona para enajenarse en directo, con un groove in crescendo muy rockero que mantiene la tensión hasta una explosión rítmica en la que la batería se acopla a un ritmazo casi techno, dirigido por un estribillo muy pegadizo y bailongo. Tras la euforia, sobredosis de melancolía con "Kevin´s Telescope", una preciosa filigrana melódica en la que Anneke hace lo que le da la gana con su voz y que cuenta los pensamientos de un niño con los pies plantados en la arena de la playa, pero con la mirada perdida en el cielo estrellado, al son de unos delicados teclados que imitan un cello. "Shrink", el tema que cierra el disco, es otra joya, probablemente uno de los temas más emocionales de THE GATHERING, y paradójicamente, uno de los más desnudos: un piano, una suave línea de bajo y la voz doblada de Anneke son suficientes armas para poner los pelos como escarpias en esta emocionante historia de pérdida y redención.

Por primera vez, THE GATHERING salen de gira fuera de Europa. Prueban en Sudamérica, y el éxito es sorprendente, especialmente en México, que desde entonces se va a convertir en una especie de bastión personal del grupo. Anneke ya está consolidada en el seno de la banda, nuevo éxito de ventas y... nuevo punto de inflexión. THE GATHERING sienten que ya lo han dicho todo en un género en el que fueron fundacionales, y abandonan para siempre el sonido metálico para adentrarse en nuevas experimentaciones, para dar una nueva vuelta de tuerca a su sonido. Del doom metal al space-rock en tres pasos.


"HOW TO MEASURE A PLANET?" (1998)
Psicodelia espacial

Si con "Mandylion" el grupo ya puso a prueba al personal, repiten el desafío con "How To Measure A Planet?" (HMP a partir de ahora). Cambio de productor y estudios de grabación. Disco doble, cerca de dos horas de música. La afinación de las guitarras sube, la distorsión se convierte en excepción y los largos desarrollos instrumentales en norma. A la decena de instrumentos con los que contaban añaden jugueteos con el didgeridoo y el theremin y una cada vez más abundante base de programaciones electrónicas. Y Anneke, además de escribir todas las letras, comienza a componer y tocar la guitarra acústica. El sonido general de la banda se vuelve más volátil, ligero, cadencioso, abstracto, experimental. Clavan sus ojos y orejas en el cosmos con ritmos suaves y melodías soñadoras, con puntuales ataques guitarreros, siempre comandados por la voz de Anneke, que con la ausencia de distorsión gana aún más espacio (nunca mejor dicho). Las referencias ya no están en la Tierra, sino en el cosmos, en las ansias de libertad, de exploración y de conocimiento. Pura psicodelia en el fondo y en la forma ("Red Is A Slow Colour", ¿qué clase de título es ese?).

"Frail", el primer tema, es una declaración de principios sobre el nuevo sonido de la banda. "Great Ocean Road" retoma algo la distorsión, mientras que "Rescue Me" es una suave maravilla intimista con un crescendo marca de la casa y una parte central absolutamente lisérgica, en el que esa cosa rara electrónica, el theremin (o eterófono) toma protagonismo en las manos de René. Todo un espectáculo verle tocarlo en directo, doy fe. "My Electricity" es la primera canción compuesta íntegramente por Anneke, en la que también toca la acústica, otra joyita calmada con un leve toque onírico. Con "Liberty Bell" regresa la caña, despegamos de la Tierra en un reactor y miramos atrás con una sonrisa. Vuelta a la distorsión (¡incluso en la voz de Anneke!) y a la energía rítmica, ese tema para desfasar en directo que ya se ha convertido en marca de la casa. 


"The Big Sleep" hace honor a su nombre, en el buen sentido; "Marooned" tiene un entrecortado ritmo percusivo, ensoñador estribillo y espectacular in-crescendo. "Travel" comienza como un delirio de serie B y va dando altibajos de intensidad en su extenso minutaje. Ya en el disco 2, "South American Ghost Ride", instrumental, va dedicada a esa gira por las américas que comentaba antes, con algunos samplers de voz, un curioso regustillo étnico y el didgeridoo metiendo caña. "Illuminating" podría ser un delicioso tema de neo-jazz sin mucho problema. "Locked Away" tiene un esqueleto acústico bajo una dominante línea vocal de Anneke y distorsiones varias y "Probably Built In The Fifties" ya juega abiertamente con la electrónica sucia y el vocoder para Anneke, tema que logra una intensidad de cojones. El largo viaje acaba con el tema título, un delirio instrumental de muchos minutos psicodélicos, con suaves coros de Anneke y sonidos sampleados de discursos vintage de la era espacial, transmisiones en ruso y voces que se dedica a recitar fórmulas matemáticas relacionadas con la rotación y la medición de la masa y longitud de la Tierra. Todo ello embutido en un simpático desarrollo instrumental con cierta tendencia ruidista, que lo mismo podría recordarte a los momentos más delirantes de LOS PLANETAS como a los KING CRIMSON más perjudicados.

Cristina (LACUNA COIL) y Anneke, girando juntas

Como podéis suponer, "HMP" es todo un universo por explorar. Inabarcable en una sola escucha, requiere tiempo y paciencia (y quizás otras sustancias adicionales) para ir desgranando toda su belleza. Posiblemente el disco más difícil (¡y extenso!) del grupo, pero el que les asentó como auténticas estrellas en México (allí eran dioses, llenaban estadios) y los colocó como punto de referencia del rock de vanguardia en Europa, compartiendo espacio en las revistas especializadas con gente como RADIOHEAD o SLOWDIVE. Cosas de la vida. Próximamente, más de los mismos...


La reunión continuará...

miércoles, 17 de febrero de 2021

THERION - Leviathan (2021)

Nunca hay suficientes dragones

Le decía Groucho Marx a Margaret Dumont en la maravillosa UNA NOCHE EN LA ÓPERA: "¿Sabe por qué estaba con ella? Justamente porque me recuerda a usted. Por eso estoy cenando ahora con usted. Porque usted me recuerda a usted. Sus ojos, su garganta, sus labios... Todo cuanto hay en usted me recuerda a usted... excepto usted". Y con esto podría cerrar el comentario de Leviathan, el flamante nuevo disco de THERION, y a otra cosa... 

Todo en Therion me recuerda a Therion excepto Therion


Antes de nada, para poder explicar esto con un mínimo de criterio, hay que hacer un poco de historia personal. Se avecina tocho. Ya veo cómo huyen los millenials. Aunque no fue el primer grupo de metal extremo que escuché mediada la década de los 90, el tercer disco de THERION, el hoy medio olvidado Symphony Masses - Ho Drakon Ho Megas (1993), me voló la cabeza por completo. En apenas 37 minutos esta gente hizo replantearme todo lo que creía que sabía en ese momento sobre música. Lo normal es que los discos de transición sean eso, una transición de un estilo A a un estilo B. Precisamente por ese afán de exploración, de experimentación, ese adorable engendro inclasificable aún tenía algunos elementos death de su etapa primeriza pero ya apuntaba hacia el infinito de la creatividad más desbocada por la vía sinfónica y heavymetalera, CELTIC FROST mediante. Este movimiento se asentó definitivamente con Theli (1996), seguramente la gran obra maestra de la extensa discografía de esta gente. Se materializó la mutación: el combo extremo se focalizó en la figura omnipresente de Christofer Johnsson, que convirtió a THERION en su proyecto exclusivo, personal e intransferible. El grupo de death metal sueco se convirtió en un señor con sombrero de copa y casaca con chorreras. Después, éxito masivo y reconocimiento generalizado: THERION aún agradaba a parte de su antigua base de seguidores (me incluyo), pero se expandió como una supernova a audiencias más mainstream, que en aquellos tiempos lo flipaban muy fuerte con las nuevas corrientes góticas y sinfónicas, representadas mayormente por NIGHTWISH y sus operísticos alrededores, que estaban triunfando a lo grande. Y así hasta hoy. 

Therion en 1993: genio desatado con acné


Leviathan nace en plena pandemia por el deseo expreso del sr. Johnsson de ofrecer a sus seguidores (textual) "un disco que sólo contiene grandes hits". Este señor desayuna ego con huevos duros. ¿Por qué esta temeraria declaración? Porque en sus dos trabajos previos se le fue la pinza y estuvieron al borde de la implosión por puro desvarío. Veamos: Les Fleurs Du Mal (2012) era un disco de versiones de canciones pop francesas (no es coña) para degustar con copa de coñac y monóculo en un sillón de orejas, y Beloved Antichrist (2018) fue una especie de ópera sinfónica de más de tres horas (no es coña) que, confieso, aún no he terminado de escuchar. Desnortados como conejos deslumbrados por los faros de un coche, el fandom no sabía ya si levantar los cuernos al aire en los estertores del sopor eterno, por si acaso, o dejarse morir. Así pues, la jugada ha sido otro dragón en la portada (y ya van tres) y vuelta a su "etapa clásica" con la intención de despertar a la audiencia.

Therion, ayer por la tarde


¿Han alcanzado tan prosaica meta? Pues más bien poco y a ratos. Aunque en concepto, sonido y estructura el disco sigue a pies juntillas sus más exitosas obras, más bien se trata de la ausencia de chispa y, sobre todo, de una total sensación de acomodo. Vamos a ver: The Leaf on the Oak of Far no es mal arranque, entretenida, rockera, con buenas dinámicas internas y alternancia de ritmos y voces, como viene siendo habitual. Épica y trotona, cuernos al viento, claro que sí. Tuonela, primer single, ya rebaja el listón: bastante plana y facilona, predecible y sin genio. Repetitiva. Sensación de piloto automático a pesar de la solvente (y más heavy que una lluvia de hachas) interpretación vocal de Marco Hietala de los NIGHTWISH. Leviathan es un leve eco de esos medios tiempos líricos que tan bien funcionaron en su etapa intermedia, tipo Lemuria, pero se queda en eso, en una copia sin alma. La cosa no mejora con Die Wellen der Zeit, pseudo balada orquestada de cariz soporífero con coros a lo MANOWAR horteras que no logra levantar el vuelo. A estas alturas la palabra "tostón" ya rebota en nuestras neuronas y anda uno mirando de reojo el reloj, mala cosa. Afortunadamente Azi Dahaka nos saca un poco del ronquido y da paso a una segunda parte del disco algo más inspirada que la primera, curioso. Eye of Algol resulta bien molona, aguerrida, melódica y power metalera, en el mejor sentido. Aquí Rosalía Sairem eleva la canción a los cielos por sí sola. Bien. De Nocturnal Light no sé que pensar: al menos hay intención de desarrollo, sensación de banda sonora y es la más extensa, pero de nuevo se me antoja demasiado gris. Siguiendo la táctica del coitus interruptus, con Great Marquis of Hell aprietan el acelerador y se nota algo de empuje, pero de nuevo la sensación es de cierto "quiero y no puedo". Quizás sea Psalm of Retribution el tema que todos estábamos esperando, y aquí sí, los destellos de la grandeza de THERION se manifiestan. Oscura, enigmática, épica, construida sin prisas y con paso firme. Una pequeña joya que destaca entre tanta cosa inane. El Primer Sol viene a ser una copia descarada de su otro tema azteca, también con párrafos en español, el recordado Quetzalcoalt. Sí, es pegadiza y bien ejecutada, pero... insulsa. Ten Courts of Diyu es un cierre a la altura del resto del disco: mediocre y poco destacable.



Por lo dicho parece que Leviathan es un mal disco, y no lo es. Lo terrible es que tampoco es bueno. Tiene sus destellos, es entretenido, bien producido (por supuesto) y se escucha con cierto cariño nostálgico, pero los momentos de entusiasmo y grandeza están tan aislados que al final sus ajustados 45 minutos pasan sin pena ni gloria ante nuestros maltrechos oídos. Y las letras, antaño tan misteriosas y sugerentes, ahora parecen la "Mitología Esóterica Para Dummies". Puede que entre los parroquianos más jóvenes y powermetaleros gotiquillos el invento entre mejor, y me alegro, mejor escuchar a THERION y drogarse en casa que drogarse en la calle, pero creo que a un servidor THERION ya tiene poco que ofrecerme. Sin embargo, no hay que dramatizar: sus mejores discos sólo podrán arrancármelos de mis manos frías y muertas.

PD: su "Producers Edition" (el productor es ego-Johnsson, por supuesto) tiene cinco temas extras, de los cuales cuatro (¡cuatro!) son versiones alternativas del tostón de single Tuonela: dos versiones de mezclas en las voces, otra orquestal, otra instrumental y otra tocada con castañuelas y botella de Anís el Mono. Al menos hay una versión alternativa de Eye of Algol que funciona mejor que la original, donde Rosalía Sairem, literalmente, se desgañita. 


CABEZAS





- Lo mejor: gana un poco con cada escucha

- Lo peor: las comparaciones consigo mismo son odiosas

martes, 16 de febrero de 2021

ASPHYX - Necroceros (2021)

Angustiosa portada, otra vez, de Alex Hermann
La crucecilla ridícula esa somos nosotros


¿Os acordáis cuando lamerle la axila a un desconocido en un concierto era una acto de amor tribal y no una declaración de odio misántropo? Tiempos anteriores a la pandemia, querid@s, cuando éramos jóvenes e ignorantes (y por ende felices). Bien, en esa época mitológica de sudor y despreocupación, en un Madrid Is The Dark a altas horas, pude disfrutar de estos mastuerzos en concierto, por primera y única vez hasta la fecha. Esta intro absurda viene a cuento porque saqué dos conclusiones de aquel bolo: "Nunca dejes la salida de emergencia a tu espalda" y "Estos cabrones de Asphyx son majísimos y se lo están pasando en grande". Y eso se transmite por vía subcutánea colegas, en vivo y en estudio, hasta en tu puta casa tirado en el sofá.

Décimo álbum de estudio, casi 35 años de trayectoria, despunta el 2021 y arrancan las hostilidades con The Sole Cure Is Death. Vale, su insistencia en el palabro "death" tanto en canciones como en títulos de discos es un chiste recurrente, y lo saben, pero es la mejor definición cuando la apisonadora sónica te pasa por encima. Siempre han sido amigos de esa mágica alternancia entre ritmos machacones destroza vértebras y requiems de catacumba (Death-Doom, pues sí). Lo llevan ejecutando con imponente maestría desde hace décadas ya, en especial desde que su vocalista (todo el mundo en pie) Martin Van Drunen regresó en 2009. Necroceros, el álbum, no es una excepción y junto con Molten Black Earth, segunda en invadir el sistema neuronal, y Mount Skull, tercera en discordia, lo demuestran con creces. El monolito de la muerte mortal te ha dejado hecho una papurreta, así para empezar, confiésalo. 


Si aún te queda algo de aliento, Three Years Of Famine te lo va a arrancar por pura asfixia, que por algo se llaman ASPHYX. El tema más largo y el más angustioso del álbum te ofrece (efectivamente) una muerte segura. Líricas sobre la hambruna maoista, lentorra, agónica y la más sabbathiana del conjunto te hace arrastrarte por el suelo suplicando perdón o un donut, dependiendo de lo que hayas fumado. La delicada sección acústica central te hace coger aire de nuevo, pero sólo es un espejismo. Aunque tenga las guitarras solistas más elegantes de todo el plástico y cierto aire sofisticado (maldita sea, casi emocional) al final el resultado es el mismo: estás muerto. Menos mal que, a modo de electroshock, Botox Implosion (candidata a mejor título del año) te saca del mórbido letargo a puras hostias y te pone a dar saltos de zombie speedico con su aire punkarra crust. Sencilla, directa a la yugular, sin complicaciones. Tupatupatupa y para adelante a encarar la siguiente dupla, que esta vez no se sale del patrón establecido. In Blazing Oceans (quizás la menos brillante del conjunto) y The Nameless Elite inciden en lo ya expuesto. Machaque agónico a lo BOLT THROWER (hermanos de sangre y sonido) y densidad sónica como para pintar de negro el Vaticano.

La recta final la encaramos con la relativa sorpresa del disco, Yield Or Die, con patrones rítmicos y rifferos muy herederos del heavy más tradicional, obviamente deathmetalizado por la afinación de las guitarras (¿alguien ha invocado a los AMON AMARTH?) y por el griterío arrastrado de Van Drunen, que lo que le sale de la garganta a este hombre es el equivalente a torturar un estropajo de lija con clavos. Un fuera de serie. Pero que nadie se alarme. Puretas, es corta y la única en esa tesitura en todo el disco, dont panic. Y además sirve de antesala para la gran Necroceros, la tradicional última canción de un disco de ASPHYX, que suele ser la más épica del conjunto. Aquí la cosa ya no va de morirse, sino de devorar universos enteros. Siete minutazos que funcionan muy bien como colofón, pero que palidecen un poco en comparación a otros clásicas "últimas canciones" del grupo. 


En resumen, que muy bien. Con la formación más sólida y estable que han tenido nunca, con un dominio de su género que apabulla y por su sólida propuesta, ese Death-Doom sin prefijos ni sufijos, sin aditivos, esa cosa atemporal que nunca pasará de moda porque uno de sus creadores fueron, precisamente, ASPHYX. Uno de los grupos de veteranos en activo en mejor forma que no sacan disco malo desde hace lustros. ¿Es mejor Necroceros que Incoming Death (2016) o Deathhammer (2012)? Ni puta idea, porque no tiene la más mínima importancia y es cuestión de matices totalmente subjetivos. Es un gran disco dentro de su rollo y ellos siguen siendo unos jefazos que lucen canas con orgullo y disfrutan inmensamente con lo que hacen. Muerto soy, confesión...


Martin Van Drunen (voces), Stefan Hüskens (batería),
Paul Baayens (guitarras), Alvin Zuur (bajo).
También destilan whisky


PD: si os lo podéis permitir, hay que hacerse con la edición doble limitada que tiene un DVD del concierto del 30 aniversario en 2017, donde reúnen a todos los miembros que pasaron por el grupo a lo largo de los años. También tiene un libreto tocho con un montón de fotos de gira, que incluye algunas en las que no aparecen borrachos.


CABEZAS



- Lo mejor: como del Alien, su pureza

- Lo peor: que busques innovación o tengas oídos sensibles


INTRO - TÍMPANO TREPANATOR

Hola gente de por ahí. Efectivamente, otra página de reseñas de discos es justo lo que necesitáis en vuestras vidas. Y además en un blog, que hoy en día es como tallar escritura cuneiforme sobre piedra megalítica. Pero, ¿qué queréis que os diga? El menda ya peina canas y el mundo influencer/youtuber/tiktoker me resulta tan incomprensible como la Teoría de Cuerdas. 

A estas alturas tengo pocas certezas ya en la vida, pero una de las pocas que aún me cuelga de las neuronas es esta: si a mis cuarenta y tal, en 2021, sigo poniéndome cachondo con esa música que descubrí a inicios de los 90 del siglo pasado es que la enfermedad ya es crónica y no hay cuidados paliativos que aplicar. En el pasado he escrito sobre variados temas, cine sobre todo, pero nunca me había puesto a divagar sobre mi música, que espero también sea la vuestra: sí amig@s, cuernos al aire, cerveza en ristre, hígado maltrecho, laringe decrépita y un esputo en el pulmón, esto va sobre METAL. Desde el bruñido y lustroso hasta el oxidado y mohoso, de las catacumbas al siglo XXI, todo lo que me dicte la (sin)razón o la pila de cedeses que aún esperan su turno encima del bafle derecho de esa cadena de música que lleva vibrando conmigo desde hace veinte años. Habrá novedades novedosas y también cosas de culto. Apetencias de toda la vida y sorpresas inesperadas. Quizás también, si el cuerpo lo permite, discografías completas o reportajes temáticos. Y sí, aún escucho música en cedé, discos enteros. Si eres insultantemente joven y no acabas de entenderlo, vuelve a leer el primer párrafo. Si la pandemia maldita lo permite, también escribiré sobre conciertos y festivales, que el otro día me descubrí haciendo un cunnilingus a un enchufe por el puro placer de introducir electricidad dentro de mi serrano cuerpo. En fin, esto es lo que hay. Suban el volumen al 11 y saluden a los vecinos, que vamos a rockear.